miércoles, 25 de noviembre de 2015

CARTA DE MUERTE

Ya me despido, porque antes o después la muerte vendrá a buscarme y desapareceré de tu vida. Pero no quiero que te tomes esta carta como el adiós definitivo, porque esta es una carta de amor. Allá donde me lleve la muerte, te esperaré. Te esperaré mucho tiempo, pero cuando llegues te estaré esperando con un abrazo y con un beso.
Iré dejando muescas en el camino para que puedas seguirme, pero déjame un tiempo, no tengas prisa y yo me ocuparé de tenerlo todo preparado cuando tú llegues. Hasta que nos volvamos a reunir quiero que hagas una cosa: que vivas plenamente. Que te rías, que bailes, que te ilusiones, que te enamores. Y, si es preciso, que me olvides un poquito.
No tengas miedo de mi marcha, porque yo seguiré ocupándome de ti, seguiré dándote toda mi fuerza, todo mi apoyo, todo mi amor. Y no me gustaría marcharme sin que supieras cuánto me alegro de que la vida nos juntara, por lo fácil que hiciste las cosas, porque me enseñaste que la felicidad era bastante más sencilla de lo que yo había pensado.
Este es el motivo de esta carta. Porque decirte que te quiero sería repetirme demasiado, tantas veces te lo he dicho cada día. Pero nunca te había dicho que aprecio lo que hiciste, por ser partícipe y artífice de mis días de felicidad. Por eso, por muy lejos que me marche, siempre te esperaré. Porque este no es el adiós definitivo, sino el último adiós. La próxima vez que nos encontremos será para siempre.

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